La cuadrilla (2002)

Por María Jesús Ruiz Chacón - 23 abril

En no pocas entradas de este blog (“Ergonomía”, “Excelencia en CVL”, “La minería: foco de peligros laborales”, “Agentes nocivos: Unpeligro a combatir en el entorno laboral” y “Organizaciones saludables, organizaciones felices”) hemos hecho énfasis en que la prevención de riesgos laborales es una pieza fundamental de una gestión excelente de los RRHH en general, y de la CVL en particular. Es más, nos atreveríamos a aseverar que es la pieza básica sobre la que fundamentar el resto de prácticas que tienen como destinatario principal al capital humano de una organización. Así las cosas, no puede decirse que una compañía que carezca de un eficaz sistema de protección de la seguridad y salud en el trabajo de sus empleados, vaya a tener una gestión óptima de la CVL.



La película que traemos hoy a este foro dedicado a la CVL, versa en términos generales sobre la falta de interés y cuidado del principal activo intangible con que cuenta toda organización: las personas.
La cuadrilla se estrenó en el año 2002 y está ambientada en el año 1995. La trama del largometraje transcurre en Yorkshire, condado del Norte de Inglaterra y la protagonizan un grupo de trabajadores de una compañía estatal de ferrocarriles.

Nada más comenzar la cinta, al llegar los trabajadores a su oficina, se encuentran con que el personal de mantenimiento está cambiando los rótulos del establecimiento mercantil. De esta manera se enteran de que han cambiado de patrón. Dicho de otro modo: los trabajadores conocen el mismo día que van a prestar sus servicios que ya no trabajan para la empresa pública British Rail, sino que a partir de ese momento lo harán para la empresa privada East Midland Infrastructure; y tienen noticia de este cambio de propietario de la explotación sin que medie notificación ni por parte de la empresa cedente ni por parte de la cesionaria. Esta actitud, para empezar, denota una falta evidente de interés por la situación en la que se encuentran los operarios, percibiéndolos como un factor secundario.

Más avanzado el filme, se observan dos elementos que van a marcar la dinámica del mismo:

  1. La falta de poder negociador del representante de los trabajadores frente al empresario.
  2. La precarización de las condiciones en las que prestan sus servicios los trabajadores hasta el punto de llegar a ponerse en riesgo su propia vida.
El objetivo prioritario de la nueva compañía es reducir costes, y el primero de ellos es el de la mano de obra. A los trabajadores en plantilla de la otrora empresa estatal de ferrocarril British Rail se les ponen sobre la mesa las siguientes alternativas:

  1. O aceptan la modificación de las condiciones de trabajo, que consistían en puridad en una reducción de los salarios.
  2. O se marchan de la empresa con la liquidación correspondiente.
Dos de los cuatro protagonistas deciden abandonar la empresa, mientras los otros dos optan por continuar en la compañía cesionaria, que cambia de nombre una vez más. Tras varias jornadas trabajando a destajo en la compañía privada de ferrocarril, informa la gerencia de que el negocio no es rentable y que en consecuencia, la empresa iba a cerrar en los próximos días, lo que significa que todos los operarios de la misma se quedan sin trabajo. De esta manera, los protagonistas se ven abocados a apuntarse a una agencia de empleo.

Los trabajos para los que son llamados los protagonistas no solo son temporales – algunos se hacían depender de la duración de la obra en la que iban a trabajar o incluso se les contrataba por días –, sino que además las condiciones de seguridad y salud dejaban mucho que desear y de hecho propiciaron algún episodio de verdadero peligro para la vida de los trabajadores. En concreto, en una de las escenas, justo después de que Gerry, uno de los protagonistas, se quejara al encargado de la obra de que el trabajo que hacían cuatro personas deberían hacerlo al menos seis y de que uno de los operarios tendría que ponerse al inicio de la vía para avisar al resto de la llegada de un tren mientras continuaban con las labores de arreglo de los raíles – como se procedía habitualmente –; pasó un convoy a toda velocidad por la vía que estaban arreglando los trabajadores y a punto estuvo de arrollarlos, y eso porque no dispusieron de ningún sistema que les avisara de su irrupción. Además, como castigo por haber reclamado una mayor protección de su seguridad y salud y de la de sus compañeros, Gerry fue amonestado y desde la empresa para la que trabajó aquel día, recomendaron a la agencia de empleo no ofrecer más trabajo a Gerry.

La falta de medidas de prevención de riesgos laborales llevada al extremo provocó finalmente una tragedia que hubiese sido fácilmente evitable si no se hubiera reducido en costes donde no se debe recortar, que es precisamente en la seguridad de los empleados.

Por supuesto, estos trabajadores no estaban en absoluto satisfechos ni comprometidos con su trabajo ni con su empresa – que en algunos casos, ni conocían su denominación –. ¿Cómo podrían estarlo ante semejantes condiciones? En primer lugar, no tenían estabilidad en el empleo, y para más inri, no desarrollaban su labor, no ya en un ambiente óptimo, sino en unas condiciones mínimas de seguridad y salud.

A día de hoy, las medidas de prevención de riesgos laborales se sustraen de la voluntaria predisposición a ellas que puedan tener las compañías, por medio de la debida regulación tanto a nivel nacional – en el caso español, la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de Riesgos Laborales, su normativa de desarrollo y concordantes –, como comunitario –con distintas directivas y reglamentos – e internacional – a través de los Convenios de la OIT –. Además, existen organismos públicos especializados en el estudio de la materia, como el Instituto Nacional de la Seguridad e Higiene en el Trabajo (INHST) o la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA en sus siglas en inglés: European Union - Occupational Safety and Health Administration).

No pensemos, sin embargo, que por la prolífera actividad normativa que regula la seguridad y salud en el trabajo en nuestro entorno, estamos exentos de vivir situaciones en algo comparables a las vistas en la película. Actualmente, tal y como se dice en el propio largometraje, "ya no existe el trabajo para toda la vida, sino que se ha instalado la inestabilidad en el empleo. La descentralización, la externalización y la flexibilidad han dado lugar a trayectorias laborales con varias carreras profesionales desarrolladas en distintas empresas, fomentándose lo que eufemísticamente se llama empleabilidad. Se recurre con más frecuencia a trabajadores periféricos – con peores condiciones laborales (véase (“UBER, un claro ejemplo de dumping social y precariedad laboral”, “Peones digitales” y “Los trabajos más precarios”) – reduciéndose el número de trabajadores centrales – de la propia plantilla –. Y esa inestabilidad en el trabajo, da lugar a un “desapoderamientode los representantes de los trabajadores en la negociación colectiva, en contraposición del empoderamiento de la patronal. Todo esto, convenientemente aderezado con una crisis económica – y de valores –.


Te invito a dejar tu comentario sobre la película o sobre las condiciones reflejadas en el filme y descritas y comparadas con la actualidad en la entrada.




Fuente

Loach, K. (Dirección). (2002). La cuadrilla (The Navigators) [Película].

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