La voz de los silenciados

Por Maite Anna Lozano - 13 febrero

No tenemos para comer”; “no pagan vacaciones, no pagan extras, no pagan nada”; “yo compro todo el material, no ellos”; “mucha gente no ha podido ir ni al lavabo”; “mucha gente se corta”; “cogen a la gente que está más desesperada”; “hacen con nosotros lo que quieren”; “si trabajamos, deberían tratarnos igual que a los que son de aquí”; “tengo derecho a vivir, trabajar y ser bien tratada”.

Estos son algunos de los testimonios que han puesto de manifiesto los trabajadores y trabajadoras de uno de los mataderos situados en la localidad barcelonesa de Vic. Mucho se podría decir acerca del (mal)trato animal, de los antibióticos, de los piensos hormonados, de la ética y de la deontología que utilizan este tipo de empresas para llevar a cabo sus procesos industriales. Sin embargo, el foco de atención de esta publicación se va a situar sobre el valor humano que alberga la industria cárnica, dada la naturaleza y temática de esta bitácora.

El polémico (y, en mi opinión, necesario) reportaje de Jordi Évole sobre la industria cárnica dejó al descubierto una argucia legal que muchas empresas, no sólo las de este sector, utilizan para tener a los trabajadores en unas condiciones parecidas a la explotación. Sí, explotación. 


En menos de una hora el vídeo emitido por La Sexta muestra cómo se vulneran múltiples derechos y principios de nuestro ordenamiento jurídico. En primer lugar, se cometen delitos contra los derechos de los trabajadores al no facilitar los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas. Asimismo, este tipo de empresas actúan en fraude de ley al contratar a personal como autónomo de forma irregular, dando lugar a lo que se conoce como “falsos autónomos”.

Por otro lado, las quejas trasladadas por los trabajadores de la empresa en cuestión se fundamentan en la vulneración del artículo 14 de la Constitución española, puesto que se alega un trato absolutamente desigual en el que la discriminación adquiere un papel protagonista: discriminación por raza, discriminación por nacionalidad, discriminación laboral, así como discriminación por circunstancias personales y/o sociales. 

A pesar de que el elemento de “desigualdad laboral” resta sentido al concepto de “calidad laboral”, son muchos otros los factores que influyen y convierten en inexistente la calidad de la vida en el trabajo de muchos migrantes que, estando en situación legal y regular, sufren a diario la precariedad del trabajo, las condiciones indignas de su puesto de trabajo y la falta de atención a su aclamada situación. 

Precisamente es en este último punto donde me gustaría hacer hincapié, puesto que me veo en la obligación moral de lanzar la siguiente pregunta: ¿qué ocurre con los que sí tienen “voz”, es decir, todos aquellos que tienen legitimidad y capacidad para poner remedio a situaciones de desamparo y precariedad laboral? Y digo “voz”, no porque no la tengan los propios trabajadores receptores de esta infame situación, sino porque parece que por más que griten no son escuchados (que no oídos). Lo que me lleva a plantear ¿dónde están los inspectores de trabajo?, ¿por qué la Inspección de Trabajo y Seguridad Social lo permite?, ¿cuál es el papel del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo?, ¿cuál es la posición del Gobierno al respecto?, es más, ¿la actuación de los sindicatos está siendo en vano, dicho de otra manera, su “voz” también está siendo silenciada?

Son preguntas que de momento no tienen respuesta, porque no hay justificación alguna capaz de dar luz a estas cuestiones que evidencian la falta de actuación del Gobierno en general y de la Administración Pública en particular para evitar que empresas como ésta deshumanicen el trabajo y se aprovechen de las circunstancias de los más desamparados, olvidando las garantías mínimas de calidad en el puesto de trabajo.

Es sabido que muchas empresas, especialmente en el mundo de la industria, la agricultura y la ganadería, reciben un trato infrahumano, puesto que las horas de trabajo son desorbitadas, desordenadas, descontroladas e inadecuadas. El trato que reciben es indigno e impropio. La calidad de las condiciones de trabajo es prácticamente nula. Por ello, estimo oportuno rescatar una de las frases que aparecen en el reportaje en boca de una Delegada Sindical que conoce el asunto de primera mano: “[…] en estas empresas vale más [el animal] que el propio trabajador […]”. Considero que es una cita muy grave que debería instar a la resolución y actuación por parte de las personas e instituciones que tienen capacidad para ello y que hasta el momento parece que han dado la espalda.

No se trata de culpar ni de señalar a nadie, pero sí de responsabilizar y de rogar el amparo y la protección de muchas personas, de diversos sectores, que acuden a su puesto de trabajo por el mero hecho de subsistir.


Las empresas perjudicadas, en su defensa, poco se han disculpado y han dicho acerca del (mal)trato animal, pero menos referencia han hecho a las condiciones laborales de sus trabajadores.

Aun así, no me gustaría cerrar este relato sin matizar que se trata de una crítica general, pero no universal ni absoluta, puesto que existen empresas y entidades dentro del mismo gremio que no comparten esta dinámica y que actúan con principios, valores y moralidad. 

Tal y como dijo en su día Herbert Von Karajan “el arte de dirigir consiste en saber cuándo se debe abandonar la batuta para no molestar a la orquesta”. 

Con todo ello hago un llamamiento a la reflexión. A través del siguiente enlace podéis ver de primera mano el reportaje realizado por Jordi Évole y emitido en el programa Salvados de La Sexta, titulado Stranger Pigs:

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2 comentarios:

  1. Muy buen diseño del blog y contenido muy interesante.

    Me parece que el post tiene un contenido muy interesante y que trata un tema que debería de ser mucho más valorado en nuestros días.
    Estas personas que ven vulnerados muchos de sus derechos, incluso los de rango constitucional se ven obligados a trabajar en esas empresas que no solo les dan un trato degradante, si no que puede que ni si quiera puedan obtener un salario necesario para cubrir sus necesidades, destacando también como puede afectar esto a su salud.
    Como tú misma has escrito Maite es necesario pedir protección y ayuda para un gran colectivo de personas que trabajan en condiciones infrahumanas.

    Debería de llegar un día en el que este tipo de peticiones no tuviera que ser necesaria, porque se respetara al ser humano y la igualdad estuviera más presente.

    Enhorabuena por la entrada. Un saludo

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    1. ¡Hola, María José! Muchas gracias por comentar y por detenerte a leer la publicación. Suscribo cada una de tus palabras.

      Dejando atrás el sensacionalismo y el populismo, es bueno que se visibilicen actos como este y que la sociedad poco a poco se vaya concienciado.

      Por si fuera de tu interés, dejo a tu disposición el siguiente enlace donde Publico Diario informa de que la Inspección de Trabajo ha acudido esta mañana a las instalaciones del matadero del que se habla en la entrada para investigar los hechos denunciados en el reportaje:

      http://www.publico.es/sociedad/policia-registra-matadero-salvados-inspeccion.html

      De nuevo, gracias por compartir tu opinión. ¡Esperamos que te sigas pasando por nuestro Blog!

      Un saludo

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