La implacable oleada de nuevas profesiones no ha dado ni un respiro a las redes sociales. Cada vez son más los y las Bloggers, Instagramers, Youtubers e Influencers que viven de la publicación constante de sus vidas. 

Ya lo advertían las malas lenguas: “una imagen vale más que mil palabras”. Las imágenes cada vez cobran más fuerza en la sociedad. Una vida editada y expuesta al minuto en las redes sociales. Así son los nuevos famosos de la generación Millennial (Antía García, en El País). 

Con la ayuda de fotos, vídeos, hashtags y etiquetas, no han dejado de aparecer espontáneamente nuevos iconos de la moda, la belleza, la música o el arte. Se han dado a conocer gracias a internet, creando un mensaje claro, que cala en la sociedad porque reflejan situaciones cotidianas que nos ha podido pasar a cualquiera de nosotros. 

Sus publicaciones no pasan desapercibidas, son examinadas diariamente por miles de usuarios, lo que acarrea una importante carga responsabilidad. Muchos de ellos son portadores de valores, expresan problemas reales de personas reales. Ayudan a concienciar y fomentar la tolerancia. 

El quiz de la cuestión está en que el Mercado ha sabido explotar esta capacidad de influencia y ha hecho de ello una nueva herramienta de consumo. Se trata de conectar con el público y vender. Por lo que al final se requiere de una estrategia comercial y un buen plan empresarial. Según muestran algunos de ellos, la clave no es tanto la suma de dinero que les pagan las marcas por aparecer en sus redes, como la necesidad de crear una relación de confianza con éstas para la relación perdure en el tiempo. 

Chiara Ferragni es considerada la primera Influencer de la nueva era, su estrategia comercial se estudia como fórmula de Marketing en grandes universidades de negocio como Harvard. 

No obstante, desde un punto de vista laboral son muchas las preguntas que surgen: ¿es un trabajo?, ¿cotizan a la Seguridad Social?, ¿tienen garantías?, ¿están amparados por alguna Ley? 

Su retribución depende de las campañas y productos que las Marcas deciden promocionar a través de ellos. No es una profesión reconocida en ningún marco jurídico, pero muchos de ellos se encuadran en el RETA y actúan en el tráfico jurídico como autónomos. 

En lo que respecta a la calidad de vida laboral, digamos que depende de uno mismo. Es pronto para hacer balance sobre el futuro de estas nuevas profesiones, pero la realidad muestra que altos índices de incertidumbre, porque se desconoce el momento en que sus publicaciones van a dejar de generar interés el momento en que van a dejar de tener fuerza. 

Marcos Blanco, profesor de ESIC declara en ABC que “tiene los mismos riesgos que contratar a un deportista, un presentador o un famoso para hacer un spot televisivo”, añadiendo que la mayoría son perfiles jóvenes y “tienen menos bagaje profesional”. 

A su vez, Jorge Robles, experto en Marketing Digital afirma que “[el sector] está un poco desprofesionalizado y, cuando esté definitivamente profesionalizado, quizá se estabilice la inversión o se dispare”. 

Además de la incertidumbre que acecha a los Famosos 2.0, otro grave problema a destacar desde la perspectiva de la calidad de vida en el trabajo es la hiperactividad. Todos ellos manejan una cantidad incontable de ideas, iniciativas y negocios al mismo tiempo, que no siempre tiene fácil organización. 

Se trata de un trabajo constante, en el que se está a tiempo completo pendiente del móvil y expuesto a críticas. Cuando éstas son positivas, generan satisfacción y bienestar, pero no todo el mundo está preparado para encajar todo tipo de críticas. Los expertos apuntan a que aumenta el riesgo de acabar con problemas de depresión o autoestima, llegando a necesitar ayuda profesional para aprender a canalizar el encuentro de emociones.

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