En esta película de David Frankel, Andy (interpretada por Anne Hathaway) es una chica recién licenciada en periodismo que consigue un trabajo como asistente personal de Miranda (Meryl Streep) la redactora jefe de una revista de moda muy famosa e influyente, que se caracteriza por ser fría, terca, tozuda y exigente hasta el punto de reclamar a sus ayudantes un nivel de creatividad tan elevado que les permita adelantarse a los acontecimientos, si quieren ser calificadas como eficientes y poder desarrollar su carrera profesional en su revista. Su actitud, en el mundo laboral, se asemeja bastante a la de un jefe, más a la de un líder influyente, entendiendo el liderazgo como una de las mejores formas de dirigir una organización.
Por su parte, Andy podía considerarse como el espejo de los actuales becarios: acepta las exigentes peticiones de su superior, aunque conlleve aceptar humillaciones. Además, su nivel de desconocimiento de la moda y su falta de agilidad en el trabajo hacen que se convierta en el blanco de burlas en la oficina. Andy, los primeros días de trabajo se siente desubicada y torpe -sensaciones que toda persona, al iniciar su actividad laboral en un nuevo puesto experimenta-. También es tratada como “el último mono”, lo que, a veces, conlleva realizar las actividades más pesadas.
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Escena de la película. A la izquierda, Miranda. En la derecha, Andy. |
Pero, ¿verdaderamente esta película refleja la situación de los becarios en el panorama actual o, por el contrario, se trata de una situación surrealista que solo ocurre en las grandes pantallas? Para poder contestar a estas preguntas, será necesario analizar la actual situación de los becarios en España.
Actualmente, solo en nuestro país, hay más de 70.000 becarios y, de ellos, solo el 42% obtienen una retribución a cambio. Sin embargo, es necesario destacar que el hecho de recibir un “salario” no implica que el mismo sea suficiente y se corresponda con las exigencias del puesto que desempeñan. Como se demuestra, la gran mayoría de estudiantes en prácticas no reciben compensación económica y, en el caso de percibirlo, las cuantías son muy escasas, a pesar de la sobrecarga de trabajo e, incluso, de las elevadas responsabilidades que se atribuyen al puesto que desarrolla.
Lo lógico, teniendo en cuenta la falta de formación del becario que es necesaria para poder trabajar con eficiencia, sería que las empresas, con la finalidad de evitar que las sensaciones que se despiertan en la persona de Andy se alarguen, en los primeros días, les impartieran cursos de formación. Sin embargo, cada día son más en número de empresas que dejan de considerar a los becarios como potenciales trabajadores, no solo de la empresa, que exigen un aprendizaje y más las que han comenzado a tratarles como simples trabajadores, a quienes retribuir en menor cuantía que al resto de la plantilla y exigirles la realización de los trabajos más pesados, con la excusa de atribuirles los malos resultados de la empresa.
Esto supone generarles un alto nivel de estrés continuo, que les exigirá aumentar sus niveles de eficacia, mejorar y hacer que la empresa pase a tener mejores niveles de productividad. A su vez, todo ello implica la creación de empleos precarios: los becarios, aun teniendo carencias técnicas, consiguen aumentar la productividad y eficiencia de la empresa a cambio de una retribución insignificativa, ¿por qué va la empresa a tener la necesidad de retribuir en mayor cuantía a sus trabajadores si puede nutrirse de becarios?
También se ha llegado a considerar al becario como alguien a quien exigir una elevada formación teórica y práctica relacionada con la actividad de la empresa, con el fin de tener que instruirle durante el menor tiempo posible o, incluso, no llegar a hacerle partícipe en ningún momento de sesiones formativas que le ayuden a desarrollar su carrera profesional en el puesto.
Actualmente, sin formación práctica es casi imposible acceder al mundo laboral. Dicha formación debe ser ofrecida por parte de las empresas, quienes retribuirán menor cuantía a estas personas pero, a cambio, obtendrán un valor añadido requerido en el ámbito profesional. Sin embargo, lo que se denuncia por parte de los becarios es la falta de esa formación y la falta de adecuación de las tareas desarrolladas a las exigencias del plan de estudios.
¿Crees que los becarios son tratados como merecen o, por el contrario, son el último eslabón de una cadena sin apenas importancia?
Puedes adquirir más información sobre los becarios en los siguientes enlaces:
Frankel, D. (Dirección). (2006). El diablo viste de Prada [Película].
Grañó, M. (24 de marzo de 2018). http://www.rrhhdigital.com. Recuperado el 16 de abril de 2018, de RRHH Digital:
http://www.rrhhdigital.com/secciones/mercado-laboral/129885/Becarios-en-plantilla-una-oportunidad-para-estudiante-y-empresa
León, L. (15 de abril de 2018). www.elplural.com. Recuperado el 16 de abril de 2018, de El Plural:
https://www.elplural.com/leequid/2018/04/12/los-becarios-tambien-somos-importantes
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