El Black Friday es una tradición
importada de EEUU que en el pasado mes de noviembre cumplió su sexta edición en
España. Durante este día miles de españoles se aglomeran en centros comerciales
en busca de las mejores ofertas, influyendo de manera decisiva no sólo en el
sector comercial sino también en el sector hostelero y de los transportes entre
otros.
Son numerosas las críticas que ha
recibido esta práctica consumista sin desenfreno, que lejos de velar por un
mundo más sostenible anima a realizar el mayor número de compras posibles en un
día concreto. Ésta lógica empresarial,
lejos de convencer a las personas más concienciadas con el medio ambiente
tampoco parece ser del agrado de aquellos trabajadores cuyos sectores se ven
afectados de manera significativa. Podemos pensar que si ese día una
determinada tienda recibe más clientela de lo habitual, reportará efectos
positivos, pues se necesitará aumentar la contratación de personal para
afrontar el incremento en el volumen de ventas, y éste a su vez incrementará el
porcentaje de beneficio. Pero la realidad es que el empleo que se crea para
cubrir este día es “temporal, muchas
veces parcial, habitualmente mal pagado, con una altísima rotación, con turnos
de trabajo y horarios muy exigentes y con muy pocas garantías y derechos
laborales” según denunciaba UGT.
Por otro lado, también se ha
señalado que este tipo de práctica genera un trabajo con un alto componente
“automatizable”, poniendo como ejemplo la práctica de Amazon a través de la
cual se lleva a cabo la entrega de paquetes mediante robots, disminuyendo la
contratación de repartidores. La paradoja de esta práctica es que las mayores
marcas de venta minorista han experimentado descensos en sus ventas y se espera
que la situación vaya a peor.
Otro hecho a tener en cuenta de
esta “fiebre consumista” es la falta de legislación laboral en aquellos países
de donde proceden la mayor parte de los artículos que se venden en este día. Es
bien sabido que la mayor parte de la ropa textil que se compra en aquellas empresas
que lanzan “ofertas atrayentes” durante este día proviene de países donde la
mano de obra es barata y donde los derechos de los trabajadores brillan por su
ausencia.
Desde mi punto de vista, los
efectos de estas jornadas deben hacer un llamamiento a la reflexión. Este
hiperconsumismo como modo de vida además de ser inmoral es insostenible, y
afecta a muchas esferas. Es por ello que debemos promover un consumo más
razonado y responsable.
Si os ha interesado esta
información podéis consultar los siguientes enlaces:
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