Black Friday: la otra cara de la moneda

Por Cristina Mateos - 05 marzo

El Black Friday es una tradición importada de EEUU que en el pasado mes de noviembre cumplió su sexta edición en España. Durante este día miles de españoles se aglomeran en centros comerciales en busca de las mejores ofertas, influyendo de manera decisiva no sólo en el sector comercial sino también en el sector hostelero y de los transportes entre otros.



Son numerosas las críticas que ha recibido esta práctica consumista sin desenfreno, que lejos de velar por un mundo más sostenible anima a realizar el mayor número de compras posibles en un día concreto.  Ésta lógica empresarial, lejos de convencer a las personas más concienciadas con el medio ambiente tampoco parece ser del agrado de aquellos trabajadores cuyos sectores se ven afectados de manera significativa. Podemos pensar que si ese día una determinada tienda recibe más clientela de lo habitual, reportará efectos positivos, pues se necesitará aumentar la contratación de personal para afrontar el incremento en el volumen de ventas, y éste a su vez incrementará el porcentaje de beneficio. Pero la realidad es que el empleo que se crea para cubrir este día es “temporal, muchas veces parcial, habitualmente mal pagado, con una altísima rotación, con turnos de trabajo y horarios muy exigentes y con muy pocas garantías y derechos laborales” según denunciaba UGT.

Por otro lado, también se ha señalado que este tipo de práctica genera un trabajo con un alto componente “automatizable”, poniendo como ejemplo la práctica de Amazon a través de la cual se lleva a cabo la entrega de paquetes mediante robots, disminuyendo la contratación de repartidores. La paradoja de esta práctica es que las mayores marcas de venta minorista han experimentado descensos en sus ventas y se espera que la situación vaya a peor.

Otro hecho a tener en cuenta de esta “fiebre consumista” es la falta de legislación laboral en aquellos países de donde proceden la mayor parte de los artículos que se venden en este día. Es bien sabido que la mayor parte de la ropa textil que se compra en aquellas empresas que lanzan “ofertas atrayentes” durante este día proviene de países donde la mano de obra es barata y donde los derechos de los trabajadores brillan por su ausencia.

Desde mi punto de vista, los efectos de estas jornadas deben hacer un llamamiento a la reflexión. Este hiperconsumismo como modo de vida además de ser inmoral es insostenible, y afecta a muchas esferas. Es por ello que debemos promover un consumo más razonado y responsable.





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