Desde el momento en que las personas se relacionan para alcanzar sus objetivos, pueden surgir entre ellas situaciones de conflicto. Y, en el marco de la organización de cualquier empresa, las relaciones interpersonales pueden llevar en muchas ocasiones a generar tensiones y situaciones de conflicto que pueden deteriorar la relación laboral. 

Según una de la Encuestas de Condiciones de Trabajo elaborada por el INE a finales del año 2017, pasamos una media de 38,6 horas a la semana en el trabajo. Pasar casi 8 horas de lunes a viernes da para mucho y son más que suficiente para que afloren conflictos de todo tipo en la empresa: 

Que si la distribución de las vacaciones es injusta; que si “A” habla mal de “B”; que si el comportamiento de “X” es intolerable; que si el ruido de la mesa de al lado me molesta; que si “Y” siempre llega tarde; que si llevo toda la semana quedándome más horas; etc. 

No es extraño que existan intereses contrapuestos, diferentes puntos de vista para fijar los turnos de trabajo o, incluso, pueden darse situaciones de conflicto colectivo en el que la postura de la empresa es completamente distinta a la de sus trabajadores. Todo este entramado de circunstancias puede bajar el nivel de productividad de los trabajadores, con el consiguiente perjuicio para las relaciones personales. 

Como directivos o responsables de área no vamos a poder impedir que surjan pequeñas disputas, debemos asumirlas como algo inherente a las relaciones interpersonales que se dan en el ámbito empresarial. Es más, en China la palabra “conflicto” o “crisis” se concibe como algo positivo, puesto que vinculan el problema con la solución. 

Elton Mayo ya nos adelantaba a principios del siglo pasado que las condiciones físicas influyen en el rendimiento de trabajo tanto como las variables psicológicas, relacionadas con el liderazgo o el trabajo en equipo. 

Sea el tipo de conflicto que sea merece ser solucionado con inmediatez y de la mejor manera posible para salvaguardar la emoción y el vínculo que une a las partes. 

Para la mayoría de los casos lo primero que pasa por la cabeza al hablar de resolución de conflictos es acudir al cauce judicial, pero se olvidan de que ello supone un tiempo de espera muy elevado, así como un desgaste en las relaciones humadas. Y, es en este momento, como si de Medicina Preventiva estuviéramos hablando, donde entraría en juego la Mediación Laboral, como método adecuado de resolución de conflictos. 

Concretamente, en el entorno laboral la Mediación está verdaderamente implantada para todo tipo de conflictos y en todos los niveles. ¿Por qué? 

Un equipo de Mediadores en la empresa puede proporcionar planes y programas de formación para la mejora de la comunicación, a partir de los cuales los miembros de organización se sentirán más preparados para afrontar los conflictos, explicar debidamente cómo se sienten en cada caso, se adquirirán herramientas para controlar las reacciones, desarrollar la empatía y la asertividad. 

Con el Arte de la Mediación, conseguiremos acuerdos desde el seno del ambiente laboral, con nuestros compañeros y con nuestro superior jerárquico y con personas ajenas a nuestra familia pero que forman parte de nuestro día a día profesional. Porque así nuestra Empresa y nuestros Trabajadores serán más productivos, lo que nos enriquece como personas y como organización. 

Sin duda, incorporar la Mediación en el proceso organizativo de la empresa es fundamental para incrementar los niveles de la calidad de la vida laboral. 

¡Gracias por leernos! Esperamos que te haya sido útil.

Fuentes: 

ANA CRIADO, Abogada y Mediadora. 

CHRISTIAN LAMM, Abogado, Mediador y Coach ejecutivo 

LAURA M. MOLLA, Abogada y Mediadora. 

LOURDES MUNDUATE y otros, “Guía para la Mediación Laboral”

http://www.mediacion.icav.es/archivos/contenido/273.pdf